La joven de la perla
Este es uno de los retratos más famosos de la historia del arte, pero todavía no se sabe quién fue la modelo. Fue un cuadro pintado por Johannes Vermeer en 1665. Muchos la llaman La Mona Lisa holandesa.
La obra pertenece al barroco holandés. En el aspecto
artístico, las obras se caracterizan por el intimismo y el detallismo, que se
refleja, por ejemplo, en la exquisita representación de la calidad de los
materiales. Las máximas figuras de la pintura del Barroco en Holanda son: Frans
Hals, Rembrandt, Jan Vermeer, Jacob Van Ruisdael, Meindert Hobbema.
No se sabia nada
sobre su paradero hasta 1881 cuando un tal Arnoldus Andries des Tombe le echó
el ojo en una subasta de La Haya. Como experto en arte enseguida reconoció la
calidad de la obra, y debió ser el único, ya que se la llevó por lo que hoy
equivaldría a unos 30 euros, hizo entelar la obra en Amberes y la mantuvo en su
poder durante toda su vida. Cuando murió, en 1902, legó el cuadro al
Mauritshuis, donde todavía hoy se puede disfrutar.
Este no es un retrato. Se trata de
un tronie, (un género pictórico típico de la Holanda del siglo XVII que
significa “rostro” o “expresión”), que
consiste en la simple representación de la cara de un personaje anónimo que no
tenían intención de ser un retrato identificable y que se producían para
demostrar la habilidad de un artista.
Vermeer disfrazó a esta misteriosa chica con estilo oriental
(turbante incluido) y le puso esa famosa perla en forma de lágrima que aparece
en otros de sus cuadros.
La obra representa una joven de perfil que gira la cabeza
hacia el espectador. La joven aparece representada en primer plano ataviada con
una capa o vestido marrón del que sobresale una camisa blanca. Su pelo aparece
recogido en un turbante de tonos azules y amarillos que le otorga sensualidad. Como
única joya un pendiente de perla adorna la oreja de la joven actuando como
punto focal de toda la composición. Su rostro fino y delicado trasmite
sensualidad con la boca medio abierta y la mirada fija en el espectador.
El artista usa entre otros colores el azul ultramar, el
pigmento más caro que existía, es un icono y una imagen en tres dimensiones:
por el lienzo mismo, las capas de pintura, el efecto de los brillos, el artista
empleó un lienzo de lino pero ese soporte no es adecuado para pintar
directamente y por eso es necesario cubrirlo con una capa preparatoria que
ofrezca una superficie regular: la imprimatura. Otro de los materiales
indispensables en un óleo es el aceite empleado como aglutinante. Los análisis
de cromatografía de gases han confirmado que el aceite empleado por Vermeer era
de linaza, el más habitual en esta técnica pictórica, y que se obtiene de las
semillas de la misma planta con la que se elabora el lienzo. Estos análisis
también han desvelado que el artista empleó un aceite previamente tratado para
contralar su secado, un factor crítico a la hora de pintar al óleo.
Los pigmentos que menos destaca en la composición, pero que
no por ello es menos importante: el rojo. A priori sólo lo observamos en los
labios que, están realizados con una laca orgánica. Los análisis han confirmado
que se trata de carmín, un colorante obtenido de las cochinillas y que también
se emplea en la industria alimentaria y, en productos cosméticos como los
pintalabios. Pero no es este el único rojo del óleo. Empleando fluorescencia de
rayos X se realizó un mapeo de la presencia de ciertos elementos químicos,
entre ellos el mercurio, y se observó que era muy abundante en los labios y, en
menor medida, en la piel.
El pigmento blanco: el blanco de plomo (o albayalde). Este
compuesto destaca, obviamente, en todos aquellas partes del retrato pintadas de
dicho color: la blusa, los ojos, la perla, etc. Pero si volvemos la vista a la
radiografía de la Imagen veremos que hay
una zona de la cara que es mucho más blanquecina de la otra. Eso quiere decir
que en esas áreas Vermeer añadió más pigmento blanco a su pintura como recurso
para lograr una mayor claridad.
El negro. Hay dos pigmentos diferentes: el negro de carbón y
el negro de hueso. El primero ofrece un tono más azulado y el segundo un tono
más marrón, de ahí que Vermeer los combinase y mezclase para lograr las
tonalidades. En cualquier caso, el negro que más llama la atención es el del
propio fondo pero esta zona no estaba pintada de negro originalmente, aplicó
una capa de pintura negra sobre la imprimatura, pero encima depositó una
veladura de color verde formada por dos lacas, estas lacas se degradan bajo la
exposición lumínica, y por eso ha dejado un fondo más oscuro que el que pintó.
La vestimenta de la modelo tiene diferentes pigmentos como amarillos
rojizos y marrones. El turbante tiene colores amarillos y se le une el color
azul (azul ultramar).
Esta obra de arte debido a la multitud de preguntas realizadas por los críticos ha levantado gran debate en cuestiones de identidad de la joven. Y se han realizado películas y libros sobre esta pintura




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