La pintura flamenca se inicia al mismo tiempo que el primer renacimiento en Italia, a mediados del siglo XV, en los Países Bajos y concretamente el reino de Flandes, región que se encuentra en una época de gran esplendor económico gracias a las relaciones comerciales que tienen con otros países cercanos, entre las ciudades más destacadas encontramos Gante y Brujas, se difundió por el resto de Europa durante la segunda mitad del siglo.

Una de las características más importantes es la utilización de la técnica del óleo, los pintores flamencos no inventaron ésta técnica, el descubrimiento llegó cuando Ene o Hubert mezclaron el aceite en las pinturas que ellos estaban usando, en lugar del uso del huevo que constituyó la pintura al tempera, el problema era que la pintura al óleo tenía un proceso de secado tan lento que no lo hacía demasiado útil, pero gracias a las evoluciones técnicas se permitió conseguir un sistema mucho más rápido. Los flamencos lo utilizaron habitualmente en sus cuadros, ya que les permitía dar una mayor luminosidad y tratar con un gran realismo la imagen, así como una mayor gama cromática, de esta forma podían pintar con mucho más detallismo.
La simbología es otro de los rasgos más importantes, el autor no busca una mera interpretación de la realidad sino que a través de la representación de los objetos, colocación de las figuras, inscripciones…Trata de representar conceptos o ideas de forma sutil que en apariencia podrían pasar desapercibidos de no conocerlos, por el espectador, muchas de estas simbologías que aparecen tienen un carácter religioso o moral.


EL RAPTO DE LAS HIJAS DE LEUCIPO
Obra pictórica de óleo sobre tabla de Rubens perteneciente al arte barroco flamenco del siglo XVII. Representa una escena mitológica.
Donde nos narra la leyenda en el que, los hijos gemelos de Leda y Júpiter: Cástor y Pólux raptan a las hijas del rey Leucipo llamadas Hilaíra y Febe, con la ayuda de Cupido, para evitar que se casen.
En la imagen se ve a dos caballeros raptando a las dos hijas de Leucipo, las cuales se resisten, además se ve a un ángel detrás de uno de los dos caballos que se ven en la imagen. Domina en el cuadro la luz y las figuras se diferencia bien por la importancia de la línea. Tenemos una obra dramática en la que la teatralidad es básica a la hora de observar la posición.
La luz es un elemento imprescindible en Rubens. En esta imagen proviene del cielo, es decir, es un foco exterior, y se proyecta sobre los personajes para formar un conjunto de sombras que se aprecia en la esquina inferior izquierda.

La obra conserva un cierto aire clásico en la composición, relativamente equilibrada en el número y disposición de las figuras, que además remiten a modelos también clásicos o manieristas.
El escenario en el que se sitúa la obra es un paisaje idílico, un locus amoenus, con una línea baja en el horizonte para no quitarles protagonismo a los personajes.

El desnudo esta realizado con cierto idealismo y un nuevo concepto estético de belleza, con una decencia mostrando un enfoque realista a las figuras, en un ambiente de felicidad, donde resalta el fondo con matices fríos que contrasta o encaja con el cuerpo de las dos damas en colores cálidos en perfecta armonía con una composición equilibrada donde predomina el color sobre el dibujo que acentúan la sensualidad de la piel.

Sus trazos se dinamizan con el escorzo que le dan expresión de dinamismo, vitalidad y movimiento al episodio plasmando una escena dramática y teatral con figuras opulentas, sensuales trazadas con líneas onduladas en la forma de la figura con simetría.
En este cuadro también se utiliza el ideal barroco de belleza, tanto femenino como masculino. Cástor y Pólux son rudos, violentos, musculosos y de piel tostada, símbolo de virilidad. Helaíra y Febe, en cambio, son de formas ampulosas, cuerpos frágiles y pieles blanquecinas, ideales de gracia y delicadeza.

Combina el erotismo, el movimiento y el supremo color de Rubens, las mujeres pintadas en sus cuadros por Rubens eran robustas, era la estética femenina en esa época al contrario de la actualidad.
Rubens se inspiró para escenificar este suceso en unas estatuas emplazadas en el Quirinal de Roma para la representación de esta obra. También tomó como reseña el Rapto de las Sabinas, grupo escultórico ejecutado por Juan de Bolonia en la plaza de la Signoria de Florencia

Cuando pintó esta obra todavía tenía más de veinte años de carrera por delante .
En conclusión, el Rapto de las Hijas de Leucipo es una obra trascendente en el tiempo tanto por su dramatismo o su fuerte intención de incorporar dentro del cuadro al espectador.

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