Bodegón del Museo del Prado



BODEGÓN DEL MUSEO DEL PRADO


El autor es Francisco Zurbarán, realizado con óleo sobre lienzo en el año 1650, pertenece al estilo Barroco, su formato es de 46 x 84 cm y se puede ver en el Museo del Prado.

Estamos ante una pintura barroca española. El Barroco surge en el siglo XVII. Se caracteriza por una crisis general (económica, demográfica, social, política y religiosa). En el caso de España, destacan las tres oleadas de peste y la expulsión de los moriscos (1609-1611). El siglo XVII corresponde con el Siglo de Oro de la pintura española. El género del Bodegón o naturaleza muerta se extendió especialmente por los Países Bajos siendo encargos de la burguesía para decorar sus viviendas. En España como protagonistas únicos del lienzo son menos numerosos, ya que los encargos son especialmente religiosos, no obstante, se pueden observar extraordinarios bodegones de gran calidad matérica en cuadros de Velázquez como el Aguador de Sevilla o Vieja friendo huevos o en Murillo con las calidades en frutas, cestos, utensilios. Este ajuar indicaría que no pertenecen a clases populares sino a persona con cierto recurso.

En el caso de España, destacan las tres oleadas de peste y la expulsión de los moriscos (1609-1611). El siglo XVII corresponde con el Siglo de Oro de la pintura española.

Este Bodegón está compuesto de tres; cacharros de la alfarería de cerámica especialmente dos alcarrazas trianeras y un búcaro de arcilla procedente de las Indias; una copa o taza probablemente de plata y dos bandejas también de metal. El conjunto está colocado sobre un soporte que probablemente sea una mesa o una repisa.

El fondo neutro y tenebrista realza el sencillo bodegón ejemplo del amor del pintor por las cosas sencillas.

La composición es simétrica, aunque el pintor juega con los distintos volúmenes y alturas para evitar la monotonía sin romper la tranquilidad de la pieza. Existe un cuidado dibujo con el que se realizan los contornos de los cacharros.

Las piezas del bodegón tienen claros volúmenes geométricos: óvalos, cilindros, troncos de cono, esferas.  Esta preocupación por la forma será una de sus principales aportaciones a la pintura de finales del XIX y comienzos del XX.

 La luz es el otro elemento esencial del cuadro.  Es una luz tenebrista que hace resaltar con su brillo los objetos sobre el fondo oscuro. Su foco procede del lado izquierdo. Además, emplea la luz para destacar como las diferentes texturas de la materia responden con sus brillos y reflejos a la iluminación.

El colorido es pobre, se reduce a varias tonalidades parduscas o rojas como la arcilla que sobresalen gracias a la luz. Predomina el color sobre la línea, aunque la pincelada no es excesivamente suelta. Los colores predominantes son los blancos y pardos con un cierto tono verdoso en la mesa para (de nuevo) buscar el equilibrio.

Es un bodegón sencillo en el que Zurbarán fue detenidamente   llevando a cabo una a una cada una de estas piezas, lo que explica en unos objetos, la ausencia de sombras proyectadas y en otros su volumen o presencia individualizada.



                 



 Lidia Vázquez Campos

Comentarios

Entradas populares